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Ayni Andino, reciprocidad entre todos y todas

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  • La profesora de Pedagogía en Educación General Básica  del Departamento de Educación reflexiona sobre el Ayni, sistema de reciprocidad ampliamente practicado por los pueblos andinos,  y nos invita a ser más solidarios de manera desinteresada.

Por Jeannette Pacheco

El Ayni es una de las maneras de colaboración entre las personas. Es la reciprocidad andina. En la época del incanato existían tres maneras de colaboración mutua: Ayni, Mink’a y Mita.

El ayni, era y es, la reciprocidad entre dos o más personas. Cuando una de ellas necesitaba ayuda o colaboración en algo (construir su casa, ayuda en las cosechas, donación de semillas o alimentos por algún evento de la naturaleza etc.) otra u otras personas le ayudaban desinteresadamente. Si la persona necesitaba levantar su casa o una parte de ella, sus amistades o familiares, incluso otras personas no cercanas a ella, podían ayudarle. Esas personas llevaban sus herramientas, otras colaboraban cocinando para todos quienes trabajaban, otras donaban materiales etc. Cada uno entregaba lo que podía y tenía, nadie debía endeudarse. Entre todas esas personas levantaban la casa de la persona que necesitaba la ayuda. Después, la persona del ayni, en un futuro cercano o lejano, debía devolver ese gesto. No es obligación, no hay nada firmado ni ningún compromiso de palabra. El compromiso es de corazón, es la reciprocidad que está en la base cultural.

Hoy día, ese Ayni o reciprocidad, sigue siendo la base de muchas comunidades indígenas. Cada uno con su nombre propio y sus maneras de llevarlo a cabo. Para muchos eso es hacer Comunidad. Para los andinos, es el Ayni, la colaboración mutua.

Hoy, el Ayni puede ser algo tan simple como ayudarnos a estudiar para una prueba, colaborarnos en un almuerzo, cocinar para un anfitrión que ayuda a muchas personas. En esta época, es ayudar desinteresadamente a una persona que lo necesite. Mañana, esa persona nos devolverá la ayuda que le dimos, no por un deber ser o un compromiso; sino porque hemos plantado en sus corazones una semilla de reciprocidad.

Este compromiso que se adquiere nos permite estar conscientes de que todo en la naturaleza cumple un ciclo. Todos nos necesitamos los unos a las otras. La vida es como un gran engranaje, se necesita de unos para que otros se muevan. El Ayni nos enseña esto, no estamos solos, nos acompañamos de otros para avanzar. Quizás ahora no, pero mañana sí. El ayni no nos ata a un papel, es un compromiso invisible, es como un cordón dorado que nos relaciona desde lo espiritual; desde el saber que en algún lugar alguien nos ayudó y, mañana sin importar cuándo sea eso, nuestro compromiso es ir en ayuda de esa otra persona.

Fuente: Jeannette Pacheco

Produccion: Camila Vásquez - César Calquín

Edición: Camila Vásquez - César Calquín

Redacción: Jeannette Pacheco. 

Foto: Área de Comunicaciones.